martes, 21 de febrero de 2017

LA CÁTEDRA


¡Ya está bien! ¡Debemos acabar con la falta de rigor en la Semana Santa! ¡Esto se nos está yendo de las manos con tantas decisiones arbitrarias y caprichosas!

Todo debe tener un estricto sentido litúrgico, siguiendo los parámetros definidos desde el Concilio de Trento por ser nuestra celebración fruto de la Contrarreforma, lo que no quita a que debamos conservar también el espíritu penitencial de aquellos cortejos medievales de disciplinantes y, por supuesto, la revolución formal y cultual del último concilio Vaticano II, recuerdo que somos Iglesia, sin ser esto óbice a que ante todo hayamos de ser respetuosos con criterios historicistas, hemos de recalcar que Jesús existió realmente y ello implica recrear exactamente aquel periodo histórico sin errores, lo que no significa que, por ejemplo, los  romanos tengan que vestir armaduras exactamente como las de las legiones romanas, más importante que la historia es la tradición, no vamos a perder un buen plumero en un casco porque lo diga un historiador… los historiadores no saben que los cofrades debemos anteponer en todo momento los aspectos teatrales por ser los que mueven a la religiosidad del espectador, esto debe ser siempre lo principal, siempre y cuando los elementos empleados tenga calidad artística, un requisito primordial, ya que en esta celebración damos gloria a Dios y no podemos darle culto público con cualquier cosa, si algo no tiene calidad artística mejor no sacarlo, salvo que se trate de objetos con valor devocional, evidentemente la devoción es lo primero, en esas muestras de cariño de los fieles se fundamenta todo, lo que no quita a que hayamos de ser firmes y rechazar aquello que contradiga nuestras señas de identidad, somos poseedores de una rica cultura que habremos de conservar por encima de cualquier caprichito devoto, tampoco quiero decir con esto que no podamos evolucionar, al contrario, las hermandades deben avanzar e ir siempre con los tiempos pero respetando las formas del pasado y desechando lo contemporáneo, salvo que lo contemporáneo sea antiguo, o viceversa, desde antiguo tenemos bien aquilatada nuestra idiosincrasia andaluza que nunca podemos perder, así nuestras procesiones no han de expresar la pena por la muerte sino la alegría por la resurrección pero siempre de la forma más seria posible, ése es el camino a seguir, la seriedad, pero sin imitar las formas castellanas porque lo suntuario (el refinamiento, los metales y telas preciosos) es condición indispensable para demostrar el amor a Dios y a su Madre, siempre y cuando no adquiramos enseres de valor porque vivimos tiempos de crisis y hemos de evitar la ostentación de riqueza para ser considerados verdaderos cristianos porque Cristo era pobre, igual que son pobres las familias de los empleados de los talleres artesanos que se quedan sin trabajo si nosotros… bla, bla, bla, bla, bla, bla.

jueves, 9 de febrero de 2017

MANOS


Cristo orando en el huerto abrazado a un olivo imaginario para que le luzcan los pliegues del nuevo mantolín, vírgenes cuya mirada implorante al cielo se ve contradicha con la mano tonta de un besamanos, falanges afiladas como estiletes para introducir anillos, manos crispadas injertadas en cristos serenos que exhiben las malas artes de los que pretenden pasar a la historia del arte cateando en lenguaje corporal, codos salientes para percha de toca, manos prisioneras de sus rosarios o convertidas en pedestales de caros cachivaches para dar gusto a sus donantes...

Aunque la cara goce del aristocrático privilegio de ser el espejo del alma y las manos, por su condición proletaria, ya desde la escultura del desterrado Adán y señora se vean obligadas a trabajar duro por amor al arte, ojalá las ramificaciones nerviosas de las cabezas de las imágenes de vestir prolongaran su emoción hasta las extremidades sin interferencias, ojalá que la sangre que palpita en las sienes circulara sin obstáculos por los listones de madera hasta las manos y que, despojadas éstas de los contratos estéticos contraídos con la tradición o el capricho, pudieran en su quietud mover con naturalidad al sentimiento.