domingo, 16 de noviembre de 2014

CAL VIVA

    
Con la lógica aplastante del destino, una vez más lo extraordinario nos separa a Ti y a mí, Jesús Cautivo. No podré acompañarte el próximo sábado en tu paseo por tu barrio, que es el mío, es por eso que hago pública mi lamentación recreando hoy mentalmente tu procesión. Estamos todos tan marcados a fuego con tu escapulario que esta tarea me resulta fácil.

Oigo ahora ese murmullo habitual de palmas que se aproxima a tu orilla, como se acerca el estruendo de la lluvia por el mar, hasta romper en la roca de tu peana, explosión de espuma blanca sobre playa roja.

Anticipo esos vivas al Cautivo que casi nadie responde porque todos, de una forma u otra, los proclaman.

            Tras descartar las caras descubiertas, los protagonismos, intuyo la fidelidad de tu barrio de la Trinidad desperdigado por el mundo. Lamentablemente también adivino, ojalá me equivoque, la dejadez del otro barrio, del que debería amanecer el 22 de noviembre blanco y resplandeciente, y que sin embargo, ingrato, dejará una vez más que seas Tú quien se encargue del trabajo sucio, como ya hiciste en el Gólgota, que sea tu humilde cola blanca de piel de ángel la que barra y recoja sus inmundicias.

            Puedo ver como tu agua de blanco azucarillo, que algo tiene cuando la bendicen, atraviesa el sábado con dos faroles encendidos, uno de sol y otro de luna, los tinglaos de las conciencias y limpia algo allí escondido, infantil, que los presentes creen perdido, un sentimiento lleno de inocencia y confianza. Veo también como tras mojarlos los secas con la misma brisa que contonea tu túnica.

            Querido Cautivo, Vecino mío, el sábado estaré ausente, mi casa cerrada con llave. Tú que todo lo puedes, haz el milagro de dejar en ella constancia de tu presencia extraordinaria, que la nota de tu marcha entre como una carta debajo de mi puerta y que su eco resuene el domingo a mi vuelta, jalbegando de pureza mi casa y a los míos.


Escapulario pintado por Chris Succo.