Ante la atrevida tesitura de
reabrir por una nueva temporada algo tan moribundo como un blog, y si encima es
de cofradías ni te cuento, siempre me planteé que en las presentes
circunstancias sería con un protagonista: Pepe (alias @ProyectoLazaro_ y @YoHagoFotos en Twitter).
Decir que
siento afecto por él servirá para minusvalorar mi mensaje pero ocultarlo sería
aún peor, así que dicho está, también que intentaré ser objetivo.
Posiblemente
Pepe sea la persona que mejor sirva para sintetizar mi opinión sobre cuál debería
haber sido la forma cofrade de enfrentar las consecuencias del confinamiento,
por supuesto después del obligado compromiso con el bien de los demás. Lo pongo
de ejemplo por su reconversión, titular de una cuenta que “se ganaba la vida” publicando fantásticos retratos de la realidad,
mejor dicho fotos de una realidad que él se inventa y nosotros disfrutamos,
podía haber hecho como todos, lamentarse ante la impotencia de no poder hacer
lo de siempre pero no, ante la falta de nuevo material se reinventó interviniendo
digitalmente sus fotos, utilizando la imaginación como salvoconducto para
escapar de la triste realidad, para saltarse la barrera perimetral. Él no solo se
abrió un camino personal nuevo, ha influido también en otros que con mejor o peor
fortuna se han tirado al barro de la experimentación con unas herramientas digitales
que son menospreciadas más por prejuicios que por merecimiento. Son
instrumentos de creación abiertos a todos, incluidos los que solo tienen buenas
intenciones. Por cierto, a la gente les divierten más las buenas intenciones que
las buenas obras pero eso ya es harina de otro costal...
Sirva por
tanto Pepe de ejemplo no solo a los fotógrafos sino a las cofradías que, ya no
por capricho sino por obligación, tienen el deber de tejer cestos/canastos maravillosos
con los mimbres que cada tiempo les proporcione.
Ante la
imposibilidad de elegir con qué obra ilustraba este post opto por subir precisamente
la primera, aquella con la que considero dio Pepe su salto artístico al más allá, la conocí el pasado 23 de mayo
y no me percaté de lo que encerraba hasta que la amplié y comprobé que los
nazarenos de cabeza ¡no tenían ojos!, de golpe se me abrió un mundo de
interpretaciones, incluida una cita de una parábola del Evangelio de Mateo 15,
versículo 14: “Dejadlos: son ciegos que
guían a ciegos. Y si un ciego guía otro ciego, los dos caerán en el hoyo”,
ilustrada magistralmente por Pieter
Brueghel el Viejo en 1568 y que curiosamente llegó a ser readaptada a lo
cofrade de forma mucho menos sutil por el pintor sevillano Manuel León.
Si quieres conocer más de la obra de Pepe, pincha aquí.