viernes, 25 de octubre de 2013

TESTAMENTO COFRADE DE LA MUNDIAL

Yo, La Mundial, en pleno uso de mis facultades mentales, en nombre propio y en el de mis linderos por Poniente: el Pasillo de Atocha y el solar colindante (ése que fuera hasta hace poco esbelto y decimonónico edificio a reconvertir en hotel con encanto y que acabó pasto de las llamas por el combustible de la avaricia) próxima mi muerte hago en este acto testamento cofrade de mis ya escasos bienes, no sin antes afirmar lo siguiente:

Que sepan todos que los edificios tenemos alma, como las ciudades que nos acogen, como los humanos que nos habitan, y que nos preocupamos por nuestra salvación. Las ciudades también tienen memoria selectiva, compuesta por recuerdos que se dulcifican con el transcurso del tiempo, como caramelos envueltos en papeles de colores. Eso creía ser yo, La Mundial, un envoltorio de caramelo, la funda de un dulce recuerdo del pasado.

Es enfermizo que quien carece de recuerdos desprecie los de los demás. Poco puede recordar Moneo de las bullas que nunca vivió encerrando La Paloma frente a mis muros. Los promotores braseros (de Braser) ninguna saeta de Gloria de Málaga habrán escuchado desde mis balcones, ni de ningún otro. Para nuestro alcalde y demás afiliados que nos gobiernan Atocha no será más que una estación de Madrid, no la Virgen de la capilla que dio nombre a mi Pasillo. Los de la camarilla de Andalucía dudarán si Hoyo de Esparteros es un triángulo o un trapecio de circo, si Espartero viene de esparto o montado a caballo. Pero vosotros sí, herederos míos, vosotros tenéis recuerdos o los queréis tener conservando los de otros, trayéndolos si hiciera falta en los camiones de porte que gustaban de aparcar en mis inmediaciones, como si esto fuera una puerta al más allá. Visto el revuelo tal vez realmente lo sea.

Pobres peseteros, muertos de hambre ciudadana, vivos sin pasado común, faltos de los recuerdos compartidos que construyen los pueblos. Atilas catetillos de la política, del ladrillo condenados a pasar, de la cultura por la marca. A vosotros os desheredo y os apercibo que habrá un antes y un después de mi demolición.

No me quiero poner triste, allá va mi testamento cofrade:

Yo creo que esta rejilla de ventilación le puede servir de galleta de diario a algún San Juan, tengo muchas, así que no hay que pelearse por ellas.

Mis hierros valen de inspiración a algún bordado simétrico o para cincelarse en alguna barra de palio o estandarte. Los de Braser creen que Heredia era un herrero gitano que calzaba herraduras a porrazo limpio.
           
Mis esquinas achaflanadas, tan malagueñas, tan Strachan, con esas curvas tan femeninas, las dono a algún palio de Virgen. Por más que oteo el horizonte no encuentro palios ochavados en ningún otro lugar.

 Las balaustradas de la terraza las cedo a las hermandades sin candelería. Triste es que tenga que morirme para que la tengan de una vez.

Las piedras de escalar de la fachada del hotel con encanto las lego al Monte Calvario a fin de que las depositen en las estaciones de su Vía Crucis. Me muero con las ganas de ver allí unas cruces en condiciones, servirían como tumba y epitafio de tantos edificios y recuerdos caídos a sus pies en el combate especulador.

Los cierres de madera, con esa perfecta asimetría que busca la luz de calle Ordóñez, tal como lo haría un ser vivo, un árbol centenario de la Alameda, deben arder bien. Como están bendecidas desde mis tiempos de sede del Gobierno Civil podrían marcar la cruz el Miércoles de Ceniza. Que recuerde todos los que contribuyen a mi caída que polvo también son y que en polvo se convertirán, por mas euros y glorias que se lleven a la tumba con el pelotazo.

Ya por último, cedo el cielo del pasillo de Atocha -que quedará definitivamente clausurado a las procesiones cuando construyan en lo alto- a la Virgen del Amparo. Ella es quien estrena el cielo de Málaga la mañana del Domingo de Ramos, es justo que conserve en su palio esta superficie de resplandor celeste. Que pase el próximo Domingo de Ramos por aquí a recogerlo.


De todo lo anterior, como fedatario, Puentiferario da fe.



Esta entrada está dedicada a Rocío, por su apoyo en pasillo de autobús, con el deseo de que mientras viva nunca nada parecido a Promociones Braser se cruce en su camino.


2 comentarios:

  1. Me encantan las urbes grandes, medianas, pequeñas, sean como sean siempre están llenas de vida. Su dureza a veces nos agobia, pero bajo el hormigón hay palabras, solo hay que pararse un momentito y dejarse llevar. No solo nos daremos cuenta que tienen vida, nos percataremos que somos una parte importantísima en ellas y aunque no la tuvimso en cuenta ella siempre nos tuvo a nosotros. Si nos escuchamos desde dentro la podremos sentir hablar a la ciudad..

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    1. Amigo Pepe: creo que las ciudades no se solapan, crecen. Se trata simplemente de quererlas, de conservar lo que de antiguo tenemos y de no admitir mediocridades en las zonas en expansión, como desgraciadamente está ocurriendo. Parece difícil pero es fácil si no se anteponen los intereses personales, políticos o económicos. Puede haber desajustes pero no de la catadura de este proyecto. Los malagueños teníamos unas leyes que nos amparaban, que protegían nuestra ciudad y su urbanismo y las han modificado por intereses económicos disfrazados de artísticos. Es algo intolerable.

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