Pasada la media
noche todo cambia en San Julián. Fe, tras estirarse un poco, baja de lo alto de
su altar con agilidad. Ya la esperan en el patio junto a la fuente los santos y
los doctores de la Iglesia
para jugar a la gallinita ciega. Fe sabe de sobra el camino, no necesita
quitarse la venda de los ojos, ni quiere, le dan miedo los jinetes del
Apocalipsis del trono de Redención, mejor no verlos. Fe sabe mejor que nadie
que hay sobradas razones para temerles.
Eso sí, antes de jugar pasa por
la hornacina de la Piedad
para saludarla. La Piedad
siempre está de guasa, con ese humor suyo tan de barrio llama a San Julián “Su Castel
Gandolfo”, su residencia de vacaciones, como los papas. ¡Tiene arte!
Todas las noches Fe con la ayuda
de Ciriaco y Paula arrastran la peana de la Virgen Niña de los Dolores del
Amor hasta ponerla debajo del Crucificado del Calvario, justo a sus pies. Ella así
lo pide, dice que ahí corre más fresquito. La Dolorosa del trono de la Sangre tampoco va al patio,
se sube al palio de la Virgen
de Gracia, juega a ser por una vez la gran protagonista. El San Juan de las
Penas, fiel a su misión de cuidador, dormita tumbado sobre el gran manto
morado.
Los secundarios tienen
revolucionado su cuarto, fuman, beben y juegan a los dados. El Berruguita tiene
mal perder, como si no tuviera el pobre ya bastante... El romano de Juan Vega,
socarrón, provoca al judío del Dulce Nombre y éste la acaba pagando con el
Cirineo de Pasión. Le hace moving museístico, le llama santurrón y le dice que
en aquella sala está de más. Al otro lado del muro los angelitos de la Columna y el de la peana de
carrete de Dolores de San Juan se pasan las horas muertas viendo los dibujos
animados en tres dimensiones de las cartelas. La cruz de El Rico y la columna
de Azotes han hecho buenas migas, siempre contándose chistes, parecen Tip y
Coll.
Qué
diferencia con la sala estrella del museo (sala estrella tapizada con tela de
saco, una genialidad). Los puentes centenarios de devoción no se bajan de su
pedestal ni por la noche. Llevan tan a gala la historia religiosa de la ciudad que
se mantienen inmóviles y en total silencio. Fe lo lamenta, tienen tantos siglos
que contar… Le gustaría que la
Virgen de los Reyes le hablara de la toma de Málaga por los
Reyes Católicos y conocer como fue aquella gran epidemia que curó la
intermediación de nuestro Protector Cristo de la Salud. Son manías de
viejos. Seguro que de aquí a la feria van ganando confianza y se acaban integrando
en el grupo.
En las
escaleras las águilas del trono del Gran Perdón, bicéfalas pero también
cuatrillizas, echan de menos a sus hermanas traseras. Se entretienen de noche
comiendo pipas.
Arriba hay
un ambientazo. Las coronas cotorrean en sus vitrinas conversaciones de
peluquería, rivalizan sobre todo las coronas de coronación canónica, que si la
mía, que si la tuya, que si merecida, que si no, que si la mía fue antes, que si
la tuya después… así todas la noches.
Las sayas y las túnicas bordadas juegan
a dobles mixtos de tenis empleando las bambalinas del Rocío y el Gran Poder como
red. Las tocas revolotean sonriendo y los demás enseres se aúpan a los palcos
de los tronos del Cautivo y del Huerto para ver bien los partidos. Las
parejitas de ánforas y candelabros en edad de merecer aprovechan cualquier
descuido del estandarte del Cautivo y Zamarrilla para esconderse bajo el manto
del Gran Perdón y poder hacerse arrumacos y darse besitos.
Antes del alba ya todos están
dispuestos. Fe, como responsable, recorre todas las salas del museo
dando los buenos días y preguntando si alguien necesita algo para aguantar la larga
jornada laboral. Con el primer rayo de sol trepa a su altar alegórico y espera
paciente con los ojos vendados a los primeros visitantes.
La que se tiene que liar ahí por la noche, la fiesta debe ser "menua", eso debe ser el infierno, cómo viéndolo!!!
ResponderEliminarDigamos que no es el típico museo de la Semana Santa castellana... Gracias por leer y demostrarlo Bel. Beso para Moguer.
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