Ya queda menos para que los medios de comunicación busquen
sucesos católico-festivos que animen el cotarro. ¡Somos noticia!
Ya queda menos para que se acaben antes las torrijas de azúcar
que las de miel.
Ya queda menos para que la lluvia primaveral se cargue el
azahar de los naranjos en plena floración.
Ya queda menos para que el vecindario deje de quejarse por el
ruido que hacen las bandas, para que la molestia se convierta en música.
Ya queda menos para que las iglesias llenen sus cultos de…
fotógrafos.
Ya queda menos para que la red se sature de selfies cofrades
(ya veréis ya…)
Ya queda menos para que la gente educada deposite disimuladamente
su basura debajo de las tribunas.
Ya queda menos para decir “mañana me compro un limón”, “si
acaso lo dejo para el Viernes” o “ya mejor
para el año que viene”.
Ya queda menos para que llamen “saboríos” a los buenos
nazarenos.
Ya queda menos para darle caña a la web de la AEMET.
Ya queda menos para que confundan al Cristo de la Humillación con el
Cautivo y a Dolores del Puente con Servitas.
Ya queda menos para que los madrileños nos pregunte por el
Cristo de Mena.
Ya queda menos para que esté bien visto hablar de
procesiones.
Ya queda menos para que florezcan los políticos en
primavera, adornando con su presencia y aroma las casas de hermandad.
Ya queda menos para una Semana Santa bastante politizada, me temo.
Ya queda menos para que el recorrido oficial permanezca vacío
y no coja un alfiler en el resto de las calles (cofrades por transferencia
bancaria deberían llamarles).
Ya queda menos para que la tribuna oficial denigre nuestra
Semana Santa.
Ya queda menos para que nuestras procesiones se iluminen
como si fueran partidos de fútbol.
Ya queda menos para encontrar a la gente por la calle un año
más vieja.
Y ya queda menos para que vuelva a quedar más, si Dios
quiere.
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