miércoles, 31 de enero de 2018

PIÑATA EN EL ECHEGARAY

¿Quién me iba a decir que un suceso cofrade del pasado 10 de enero (a un año luz de tiempo de la sociedad de la información) iba a seguir hoy de actualidad? Y no precisamente por el cartel oficial de Semana Santa que ese día se presentó (es el suceso al que me refiero) sino por los tejemanejes de poder que se exhibieron previa invitación. Yo contemplé el acto por 101 Televisión, como todos los cofrades de relleno, no importa, el salón de mi casa es lo más parecido a aquel otro de los espejos de mi ayuntamiento al que antes acudía siempre que quería.

            En aquel escenario del Teatro Echegaray colgaba el cartel como cuelgan las piñatas, ésas hechas de barro que se llenan de monedas y se rompen a bastonazos. Allí, tras no sé cuántos presentadores, expuso Ruiz Montes su legítimo discurso como autor del cartel, lo que sirvió de inspiración a una improvisada tragicomedia generacional sobre la lucha por el poder municipal, todo ello con la figura reluciente del Cristo de la Redención convertido en telón de fondo, en un decorado.

            Empezó Don Elías Bendodo, presidente de la Diputación, alcaldable, haciendo apología de las virtudes de la juventud por ser joven el cartelista. Sus ojillos gritaban: “Si os gusta el cartel elegidme a mí como alcalde, coño, que también soy joven”. Don Francisco de la Torre la cogió al vuelo y halagó al cartelista con retranca por haber tenido el detalle de incluir a un nazareno representando a la madurez. Su socarronería declamaba “que le den por saco a ese niñato de la Diputación, aquí tenéis a un alcalde de verdad, con una experiencia tan imprescindible que sale hasta en los carteles de Semana Santa”.

            Para redondear el acto y curar las heridas de los garrotazos también habló allí, delante de todos los medios de comunicación convocados, alguien de Unicaja, entidad a la que los cofrades malagueños estaremos eternamente agradecidos: sin el patrocinio desinteresado de este banco no tendríamos cartel, dado el descomunal gasto económico que supone publicarlo y encima a color.
           



(No me he atrevido a publicar la otra versión en la que aparece la futura torre del puerto. Era una visión demasiado terrible hasta para un blog como éste en el que a veces se ha llegado a rozar lo gore. Me consta que lo leen menores de edad que podrían sufrir graves traumas.)

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