Os informo de que esa imagen de la
capilla del puente ante la que desnudo mi alma fue antes un trozo de madera,
algún leño sucio por el que subían hormigas y sobre el que cagaban los pájaros.
Ese icono ante el que me ruborizo cuando me acerco a su altar de cultos fue
realizado por un tío murciano que hace un par de años ni siquiera conocía, probablemente
entre golpe y golpe de gubia se tocaba las pelotas o se hacía píldoras con unas
uñas negras, y eso en el caso de que fuera buena persona porque tal vez era un
miserable que se aprovechaba del esfuerzo de sus aprendices con más genio y
menos fama que él en su gremio. Si desnudamos a mi Virgen hasta la resonancia magnética
tal vez encontraremos tornillos que canalicen su energía, como los del monstruo
de Frankenstein de la Universal… y así podría seguir un buen rato provocando
vuestra indignación, recreándome en cuestiones que os molestaran y que incluso
me ofendieran a mí mismo.
Yo también he sido niño cofrade y
pensado como un niño pero hay que madurar y hacerse hombre para pensar como un
hombre (los que quieran quedarse en lo
anecdótico de esta frase de inspiración bíblica tienen una gran ocasión para criticar
mi grave infracción del lenguaje inclusivo, yo sigo con lo mío que no tengo tiempo
para gilipolleces) Hasta para alguien como yo, que valora la inocencia como
el mayor de lo dones y quebrantarla como el mayor de los crímenes, llega un
momento en el que toca hacer frente a la realidad de este mundo/mundillo
cofrade, aceptar que la labor del buen cofrade es convertir en altares
celestiales cuerpos de andamio manchados de cemento, enmarcar con doseles de
terciopelo simples instrumentos, símbolos de los sagrado, de la Verdad, representaciones
del sentimiento religioso con las que un buen día alguien tocó nuestra fibra-alma
modelando sucio barro con santo trabajo e inspiración.
Doy las gracias a todas aquellas
hermandades que no me tratan como un niño y me exponen, puntualmente y con la
mayor dignidad, sus imágenes de culto antes mis ojos como simples objetos
artísticos para que pueda analizarlos críticamente en su contexto histórico y
artístico, estas hermandades proclaman sin saberlo una oración muda: que los
verdaderos Jesús y María están en el cielo y que sus devotas representaciones
son solo su lenguaje, permitiendo así elevar el listón para poder erradicar
toda esa mediocridad imaginera que llena nuestros templos a bajo precio y peor
gusto, y de paso llamar a las conciencias de tantos culturetas que un buen día
cerraron las puertas de su mente a la oración en las iglesias pero aún buscan Algo
en el museo. He visto más recogimiento y oración en alguna exposición que en
muchos besamanos, reconozco que me gustan más las neuronas que las babas.
Negar a las imágenes religiosas su
cualidad de obras de arte implica dejarlas indefensas, quitarles su condición
de suprema expresión humana (e incluso divina porque pocas cosas hacen más
presente a la Trascendencia en este mundo que la expresión artística), ponerlas
a merced del monopolio de la interpretación única de su fin religioso, lo que
sirvió de excusa a su destrucción durante tantas furias iconoclastas, y cerrar
la posibilidad a su libre interpretación por ojos limpios, libres de prejuicios,
los cofrade no somos otra cosa que prejuicios con patas. Reconozco que tener a
mi Virgen en la calle a la vista de todos me ha imprimido carácter.
Tal vez habrá quien piense que mi
Virgen, o la suya, no es obra humana, que fueron los ángeles quienes batiendo sus
alas multicolores despejaron la astillas de la madera hasta la irrupción de su nacarada
efigie, yo prefiero dignificar a los imagineros como artistas, como mano de
obra de Dios en la Tierra y valorar sus obras por su calidad, sentir que el
alma humana puede hablar con Dios creando instrumentos para ello. No me importa
que traten al Verdadero Icono de la Dolorosa del Puente como una obra de arte en
un museo porque lo es, lo que me importa es que La confundan con un ídolo, con
un becerro de oro pastando sobre su trono porque ni lo es ni debe serlo. El
cristal de Su camarín no es transparente, es en realidad un espejo que refleja
muchos otros, es el periscopio de un submarino terrenal que asoma hasta la
intimidad del tocador de un dormitorio de una casa de oro sita en el mismísimo
centro del Paraíso.
Bastante trabajito cuesta a veces creer
en Dios y en su Santa Madre para caer encima en la idolatría, así que paso a la
Virgen de los Dolores, la del cielo.
(Fig. 1. Explicación científica de la
capilla del Puente de los Alemanes de Málaga)
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