PRIMER DÍA DE
PRESEPTENARIO
Albacea de cultos Rosso Fiorentino
Estaba yo
pensando que si tu Hijo el otro día escupió en el suelo e hizo barro para curar
a un ciego, siendo Él carne de tu carne y gen de tus genes, bien podrías Tú
toser un poquito. No hace falta que sea una tos fuerte o maleducada ni que
separes tus manos para taparte la boca, basta con que una gotita de tu saliva
caiga sobre el primer cirio encendido de tu altar de cultos, que se mezcle con
la cera virgen y que arda en el pabilo liberando su esencia curativa para que así
todos los que la respiren se inmunicen y su aliento de esperanza se propague.
Tose, alma del mundo, tose para que así ya no tosa nadie más hasta el día en
que por las risas alguno se atragante brindando por su curación con el vino que
Tú elijas, Sommelier de Caná.
SEGUNDO DÍA DE
PRESEPTENARIO
Albacea de cultos El Greco
Ni Bárbara
Hasbach ni Francisco Naranjo en sus respectivas restauraciones pudieron
desinfectarte, en tu interior habita latente la enfermedad, la tiña en
particular. Tantos sobeteos y toqueteos te contagiaron aquellas noches de
rosarios callejeros entre sarpullidos y velas baratas de sebo. Desde hace
siglos bacterias y virus rancios duermen tan a gusto en tu devanadera, los acunas
durmientes cantando nanas, son y serán eternamente inofensivos. Así es como
pisará la Mujer del Apocalipsis a la serpiente, sin hacerle daño, con un
delicado paso de baile que la bicha, enamorada a última hora, no podrá
resistir. No nos curarás con mano dura sino inoculando amor absoluto con tu
vaso de cristal libre de ponzoña en todos aquellos que ahora nos cuidan e
incluso en nosotros mismos cuando cuidemos, dejando entreabierto tu manto para
los valientes caídos en el noble combate.
TERCER DÍA DE
PRESEPTENARIO
Albacea de cultos Gerhard Richter
Como bien sabían Martín Federico o Jesús Castellanos, tu
patronazgo no es el de la enfermedad sino el de la cura, por eso odio al bicho
que ante tus plantas en la capilla me hace titubear, dudar del contacto de mi mano
en tu reja, de retomar mi aliento rebotado en tu reflejo. En tu cancela pública
habita ahora un demonio con mascarilla tentándome con que debo preservar mi
oración para otros destinos más asépticos y menos santos. Este pensamiento
fugaz es un indicio de lo que está por venir, de los cambios que habrán de
llegar y que tendremos que asumir porque si no ellos nos asumirán a nosotros. Doy
mi consentimiento al porvenir con una indispensable condición: Tú.
CUARTO DÍA DE
PRESEPTENARIO
Albacea de cultos Georges de la Tour
Me alegra
verte aquí dentro de cultos internos como si estuvieras de veraneo, son
estatutos de obligado cumplimiento hasta llegado el caso en que tu imagen
desapareciera y fuera suplida por otra (por bonita que fuera en comparación contigo
sería como el Berruguita pero en fea) pero cuántas ganas tengo de volver a
verte donde siempre, en la calle, predicando consuelo desde tu púlpito, como aquella
Virgen del Mar en su capilla del puerto ante la que cada pescador en su barco se persigna
a la ida y a la vuelta de faenar. Se nos complicará la pesca a esta generación
consentida, ni los peces más incautos muerden el anzuelo de los exigentes que
no dan nada a cambio, pero seguiremos echando las redes porque está demostrado
ecológicamente que hubo y habrá pescas milagrosas y porque sabemos que tus
dolores con nuestro pan serán menos dolores.
QUINTO DIA DE
PRESEPTENARIO
Albacea de cultos Juan de Padilla
La misma cara de dulzura detrás del cristal tienes para el miserable
que lo escupe, soltando más que virus el ADN de su resentimiento, que para la devota
que pasados unos días lo besa entre los barrotes rubricando con su carmín tu perdón. Así se perdonan y limpian los escupitajos en tu capilla, con besos en todas las tonalidades de rojo, besos que desinfectan el mal de no quererte. Tú
lo puedes todo a través de nosotros así que lo esperaremos todo de ti, sin
diques ni presas del limonero que corten tu caudal.
SEXTO DÍA DE
PRESEPTENARIO
Albacea de cultos Pablo Picasso
Hoy te voy a mirar a los ojos sin rodeos, me voy a enfrentar
a tu cara sin sublimarla, voy a dejarme llevar por su dolor, algo que va contra
mis principios pues hace mucho que dejaste de ser una dolorosa para mí, como
mucho una imagen que no se ríe y hasta eso lo pongo en duda. Voy a buscar
las lágrimas que te faltan para encontrar la pena por los que se fueron y por
los que pronto se irán, renunciaré a darte gracias por mantenernos sanos hasta el
momento para acordarme de los que tuvieron peor suerte, aunque esto también lo
pongo en duda si están en tu compañía.
SÉPTIMO DÍA DE
PRESEPTENARIO
Albacea de cultos Godfried Schalcken
En el
séptimo día no descansas. En la iglesia no cabe un alfiler ni tampoco un pico cerrado
porque el Viernes de Dolores es el día del cotorreo, de saludar a uno durante la
primera lectura, de mandar un beso a otra en el salmo, de guiñar al hermano con
el que te enfadaste en la segunda lectura. Mientras el coro canta que te canta
celebramos esta antepenúltima cena. Algunos traen a tallarse a sus hijos, siempre
tres o cuatro deditos más altos que el año anterior y enviernados de dolores
con sus medallas al cuello.
En el que
había de ser tu día grande renuncias al protagonismo y tomas simbólicamente sitio
al pie de la cruz cuando se apagan las luces del templo y se encienden las
velas de la emoción. En el calendario es el día de recuerdo de la vacuna anual,
con la que empieza y perfectamente podría acabar mi Semana Santa. Todos clavan
justificadamente sus ojos en el Cristo del Perdón pero yo te miro a Ti, a veces
se me cae alguna lagrimilla, es lo normal cuando se recibe el pinchazo del
puñal que bastará para sanarme.