En estos tiempos cuaresmales
apetece un capilleo.
Vamos a empezar por San Pablo.
Siempre coincido con algún viaje organizado de gente que de lejos acude a la Trinidad a conocer al
Cautivo. No comprendo por qué no acceden, parroquianos y peregrinos, por la
puerta principal, por la plaza de San Pablo, y lo han de hacer por calle
Trinidad.
De San
Pablo directo a la Capilla
del Puente, a la vera del cauce del río Guadalmedina. ¡Hola Guapa!
Me
encuentro Sto. Domingo cerrado, y también la Basílica de la Esperanza. Tendré
que recrearme en el entorno perchelero de estos templos.
¡Ya estoy
llegando a San Pedro!
Y ahora
para el Carmen. El templo luce espléndido, me refiero al interior claro…
No hay
capilleo malagueño que no pase por la Parroquia de San Juan.
Y ahora al
oratorio de Las Penas, camino de San Julián y los Santos Mártires.
Ya se ve la
torre mudéjar de Santiago en calle Granada, la que fuera esplendorosa arteria
principal de la ciudad.
Por la
calle Victoria me dirijo al Rescate y después a San Lázaro.
He llegado
al Santuario con fuerzas para acercarme a la Divina Pastora.
Cansado
pero a un tiro de piedra de la Capilla del Molinillo y de San Felipe Neri.
Puedo
volver a casa, orgulloso de mis hermandades y sus casas de hermandad (y desolado
por el estado de la ciudad en que radican)
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