miércoles, 20 de febrero de 2013

CAPILLEO (Y DESOLACIÓN)


En estos tiempos cuaresmales apetece un capilleo.

Vamos a empezar por San Pablo. Siempre coincido con algún viaje organizado de gente que de lejos acude a la Trinidad a conocer al Cautivo. No comprendo por qué no acceden, parroquianos y peregrinos, por la puerta principal, por la plaza de San Pablo, y lo han de hacer por calle Trinidad.



            De San Pablo directo a la Capilla del Puente, a la vera del cauce del río Guadalmedina. ¡Hola Guapa!


            Me encuentro Sto. Domingo cerrado, y también la Basílica de la Esperanza. Tendré que recrearme en el entorno perchelero de estos templos.



            ¡Ya estoy llegando a San Pedro!


            Y ahora para el Carmen. El templo luce espléndido, me refiero al interior claro…
           

            No hay capilleo malagueño que no pase por la Parroquia de San Juan.


            Y ahora al oratorio de Las Penas, camino de San Julián y los Santos Mártires.





            Ya se ve la torre mudéjar de Santiago en calle Granada, la que fuera esplendorosa arteria principal de la ciudad.



            Por la calle Victoria me dirijo al Rescate y después a San Lázaro.



            He llegado al Santuario con fuerzas para acercarme a la Divina Pastora.



            Cansado pero a un tiro de piedra de la Capilla del Molinillo y de San Felipe Neri.



            Puedo volver a casa, orgulloso de mis hermandades y sus casas de hermandad (y desolado por el estado de la ciudad en que radican)

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