miércoles, 11 de marzo de 2020

ALE HOP



Empecé por la cola y con faraona, detrás de un Hijo y su Madre que se llevaban unos tres siglos de historia del arte y compartieron treinta y tres años justos de vida. Desde mi posición se resumían en un tronco de madera con ramas perpendiculares como travesaño y un manto negro liso que limitaba por abajo con claveles rojos y por arriba con un resplandor dorado. Eran mi único referente visual sobre el eterno cajillo provisional. Al paso las casas de ambos lados de la calle se convertían en mis orejeras para mirar siempre de frente, como esos arreos que se les ponen a las bestias de carga para avanzar sin distracciones. Feliz como el pollino en Domingo de Ramos, iba cargado como una mula en vacaciones recordando otro trono portado en duro horario laboral mucho más pesado.

              Todo muy simple hasta que avanzando por Molina Lario apareció la señal, la mía, como vosotros encontraréis la vuestra si la buscáis. Encima del bendito sobaco surgió reluciente como una tercera potencia mundial del Señor, junto al sol del atardecer y la luna de Parasceve, un cometa, Hale-Bopp se llamaba, y, que pille el virus si os miento, me acompañó hasta ocultarse tras las imponentes siglas de la S.I.C.B. (cuando hace un siglo era mucho más grande que ahora por ser estación de destino y salida y no paso a nivel con barreras).

              Dice la Wikipedia que mi cometa arrastraba una cola de sodio, después supe que iba sembrada de cardos y azucenas, y también una nube de supersticiones con malos presagios que eclipsaban su belleza. Buscando documentación para mis metáforas baratas descubro un dato que me facilita el trabajo (porque no hace falta imaginar, solo observar las reglas de este mundo para encontrar el debido tono lírico): dicen los astrónomos de la Wikipedia que este cometa cofrade podrá volver a verse este año 2020, por supuesto desde grandes telescopios porque está la cosa verdaderamente difícil de ver con lo de la pandemia. Os informo de este dato crucial por si alguno quiere encontrarlo, como yo lo encontré aquel año a través del catalejo del varal hueco del trono, y seguir su estela, no un año, sino mientras los huesos, y los que se escriben casi igual cambiando una letra S por una V, aguanten.

              Yo ya no necesito cometas, voy con mi punzón negro haciendo agujeros en cuanto cae la noche, buscando destellos de luz del más allá o estrellas de papel de aluminio dependiendo del año, del día o de la hora. He arrastrado por esa senda celeste de gases luminosos a los que más quiero en este mundo, no sería justo privar a los demás de ese orgullo. Así que, hermano, si escuchas al leerme a la campana dar dos toques, no te resistas y al tercero ¡ale hop! que suena a nombre de cometa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario