viernes, 27 de marzo de 2020

PRESEPTENARIO

            Os convoco a este preseptenario, son solo presentimientos, preoraciones para cada una de las misas del septenario a la Dolorosa del Puente a las que este año no asistiré. No las inspira otra cosa que el deber y el impulso irresistible de ser consecuente, si no las publicara sentiría que todo lo que llevo dicho hasta el momento sería papel mojado. Por tanto no hace falta que sigáis leyendo, me conformo con que os imaginéis sentados en un imaginario banco de Santo Domingo con la Virgen en el altar mayor justo antes de que salga el cura, os aviso que lo hará cantando fuerte, para que no os pille de improviso si os ensimismáis más de la cuenta.


PRIMER DÍA DE PRESEPTENARIO

Albacea de cultos Rosso Fiorentino

            Estaba yo pensando que si tu Hijo el otro día escupió en el suelo e hizo barro para curar a un ciego, siendo Él carne de tu carne y gen de tus genes, bien podrías Tú toser un poquito. No hace falta que sea una tos fuerte o maleducada ni que separes tus manos para taparte la boca, basta con que una gotita de tu saliva caiga sobre el primer cirio encendido de tu altar de cultos, que se mezcle con la cera virgen y que arda en el pabilo liberando su esencia curativa para que así todos los que la respiren se inmunicen y su aliento de esperanza se propague. Tose, alma del mundo, tose para que así ya no tosa nadie más hasta el día en que por las risas alguno se atragante brindando por su curación con el vino que Tú elijas, Sommelier de Caná.


SEGUNDO DÍA DE PRESEPTENARIO

Albacea de cultos El Greco

            Ni Bárbara Hasbach ni Francisco Naranjo en sus respectivas restauraciones pudieron desinfectarte, en tu interior habita latente la enfermedad, la tiña en particular. Tantos sobeteos y toqueteos te contagiaron aquellas noches de rosarios callejeros entre sarpullidos y velas baratas de sebo. Desde hace siglos bacterias y virus rancios duermen tan a gusto en tu devanadera, los acunas durmientes cantando nanas, son y serán eternamente inofensivos. Así es como pisará la Mujer del Apocalipsis a la serpiente, sin hacerle daño, con un delicado paso de baile que la bicha, enamorada a última hora, no podrá resistir. No nos curarás con mano dura sino inoculando amor absoluto con tu vaso de cristal libre de ponzoña en todos aquellos que ahora nos cuidan e incluso en nosotros mismos cuando cuidemos, dejando entreabierto tu manto para los valientes caídos en el noble combate.

TERCER DÍA DE PRESEPTENARIO

Albacea de cultos Gerhard Richter

          Como bien sabían Martín Federico o Jesús Castellanos, tu patronazgo no es el de la enfermedad sino el de la cura, por eso odio al bicho que ante tus plantas en la capilla me hace titubear, dudar del contacto de mi mano en tu reja, de retomar mi aliento rebotado en tu reflejo. En tu cancela pública habita ahora un demonio con mascarilla tentándome con que debo preservar mi oración para otros destinos más asépticos y menos santos. Este pensamiento fugaz es un indicio de lo que está por venir, de los cambios que habrán de llegar y que tendremos que asumir porque si no ellos nos asumirán a nosotros. Doy mi consentimiento al porvenir con una indispensable condición: Tú.


CUARTO DÍA DE PRESEPTENARIO

Albacea de cultos Georges de la Tour

            Me alegra verte aquí dentro de cultos internos como si estuvieras de veraneo, son estatutos de obligado cumplimiento hasta llegado el caso en que tu imagen desapareciera y fuera suplida por otra (por bonita que fuera en comparación contigo sería como el Berruguita pero en fea) pero cuántas ganas tengo de volver a verte donde siempre, en la calle, predicando consuelo desde tu púlpito, como aquella Virgen del Mar en su capilla del puerto ante la que cada pescador en su barco se persigna a la ida y a la vuelta de faenar. Se nos complicará la pesca a esta generación consentida, ni los peces más incautos muerden el anzuelo de los exigentes que no dan nada a cambio, pero seguiremos echando las redes porque está demostrado ecológicamente que hubo y habrá pescas milagrosas y porque sabemos que tus dolores con nuestro pan serán menos dolores.


QUINTO DIA DE PRESEPTENARIO

Albacea de cultos Juan de Padilla

          La misma cara de dulzura detrás del cristal tienes para el miserable que lo escupe, soltando más que virus el ADN de su resentimiento, que para la devota que pasados unos días lo besa entre los barrotes rubricando con su carmín tu perdón. Así se perdonan y limpian los escupitajos en tu capilla, con besos en todas las tonalidades de rojo, besos que desinfectan el mal de no quererte. Tú lo puedes todo a través de nosotros así que lo esperaremos todo de ti, sin diques ni presas del limonero que corten tu caudal.


SEXTO DÍA DE PRESEPTENARIO

Albacea de cultos Pablo Picasso

          Hoy te voy a mirar a los ojos sin rodeos, me voy a enfrentar a tu cara sin sublimarla, voy a dejarme llevar por su dolor, algo que va contra mis principios pues hace mucho que dejaste de ser una dolorosa para mí, como mucho una imagen que no se ríe y hasta eso lo pongo en duda. Voy a buscar las lágrimas que te faltan para encontrar la pena por los que se fueron y por los que pronto se irán, renunciaré a darte gracias por mantenernos sanos hasta el momento para acordarme de los que tuvieron peor suerte, aunque esto también lo pongo en duda si están en tu compañía.


SÉPTIMO DÍA DE PRESEPTENARIO

Albacea de cultos Godfried Schalcken

            En el séptimo día no descansas. En la iglesia no cabe un alfiler ni tampoco un pico cerrado porque el Viernes de Dolores es el día del cotorreo, de saludar a uno durante la primera lectura, de mandar un beso a otra en el salmo, de guiñar al hermano con el que te enfadaste en la segunda lectura. Mientras el coro canta que te canta celebramos esta antepenúltima cena. Algunos traen a tallarse a sus hijos, siempre tres o cuatro deditos más altos que el año anterior y enviernados de dolores con sus medallas al cuello.
           
            En el que había de ser tu día grande renuncias al protagonismo y tomas simbólicamente sitio al pie de la cruz cuando se apagan las luces del templo y se encienden las velas de la emoción. En el calendario es el día de recuerdo de la vacuna anual, con la que empieza y perfectamente podría acabar mi Semana Santa. Todos clavan justificadamente sus ojos en el Cristo del Perdón pero yo te miro a Ti, a veces se me cae alguna lagrimilla, es lo normal cuando se recibe el pinchazo del puñal que bastará para sanarme.

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