El reconocido
endocrino Dr. Coll viene constatando de un tiempo a esta parte el aumento progresivo de los contornos de los tronos
malagueños, a lo ancho, no a lo alto. El Dr. Coll, que aparte de ser nutricionista es correonista, se ve en
serias dificultades para tomar medidas a correa de algunos tronos, pues no hay
cinto ya que los abarque. Nos alerta de las perniciosas consecuencias para la
salud y la estética de estos michelines si no se toman medidas de inmediato y
se adoptan hábitos saludables que contengan la masa corporal procesional.
A fin de meternos en cintura, nos remite a la clásica pirámide de nutrición, con una serie de
reglas alimenticias esenciales que habremos de respetar escrupulosamente si no
queremos acabar convertidos en un fenómeno de feria o en una sucursal europea
de la Semana Santa
guatemalteca. Considera el Dr. Coll que la sociedad cofrade malagueña ya es
consciente del problema del sobrepeso, como demostró hace poco rechazando el
macrotrono incluido en la candidatura electoral de una hermano mayor o, hace
algún tiempo, poniendo fin a aquel “inolvidable” mamotreto plateado de la Virgen de la Caridad.
1ª.- La base de la dieta cofrade, equiparable
a los hidratos de carbono, sería la proporción y cuanto más divina sea ésta mejor.
La “Divina Proporción” o “Razón
Áurea” debe ser nuestra báscula, nuestra obligatoria
vara de medir. Para quien no lo sepa, hablamos de un ideal de armonía y belleza
perseguido desde el mundo clásico y basado en la geometría. Se identifica con
la letra griega “fi” y sería el
resultado de esta operación aritmética:
Este número aparece como canon de perfección en innumerables obras de arte del mundo clásico y se repite milagrosamente por voluntad de Dios creador en la naturaleza, ya sea en la espiral de la concha de un molusco o en la disposición de un girasol. A los efectos que tratamos, si queremos conseguir un rectángulo áureo, el cociente de la longitud por la anchura nos debe dar “fi”.
Por tanto, para conseguir un trono armonioso (y sin sobrepeso) no puede ampliarse sin más un cajillo, un palio o un varal. El voto democrático de una junta o cabildo puede legitimar un ensanchamiento pero no garantiza que esta ampliación sea armoniosa. Se precisa de un artista (casi matemático) llamémosle un nutricionista del arte, para que el resultado sea bello, para que la masa corporal del trono sea saludable.
En resumen, los tronos que ajustan sus medidas de
alto, largo y ancho a la divina proporción resultan esbeltos, sanos a la vista,
obras de arte bellas y saludables dignas de Cristo y de su Madre, tan divinos
como la proporción.
2ª.- El segundo peldaño de la pirámide nutricional consiste en complementar los hidratos con frutas y verduras cuanto más variadas mejor. Recordad que los colores son importantes y que los nutrientes son distintos según los colores de las frutas y hortalizas.
El Dr. Coll quiere reseñar que
el sobrepeso no depende exclusivamente de los kilos pues tronos con muchos kilos pueden ser saludables si resultan proporcionados a su altura y a su constitución. En Málaga procesionan tronos grandes y pesados pero sin sobrepeso. No hay una masa corporal ideal, cada trono tiene la suya, sea grande o pequeño.
Es curioso
que las dietas pobres de posguerra dieran lugar a tronos grandes pero proporcionados y
saludables. Es una pena que los criterios alimenticios del Dr. Pérez Hidalgo no
se hayan conservado o los hayamos desvirtuado con cosas raras al tratar de introducir más y más alimentos en la dieta.
Ahora ingerimos más delicatessen pero hemos olvidado lo principal: la dieta
mediterránea malagueña que parió tronos de enormes volúmenes pero elegantes.
Nuestra dieta ahora es menos sana, comemos más pero peor, desvirtuamos lo
principal.
Algunos líderes de opinión actúan
como las abuelas, que gustan de niños rollizos por las penurias sufridas, y promueven,
por similares complejos, coger peso a toda costa, ensanchar, pensando que ser más grandes nos hace más
malagueños. Gran error. Los tronos deben ser esbeltos como el monte
Gibralfaro y no gordos y redondos como los higos de sus chumberas. De poco vale
el cariño cuando produce un trono que no se sabe si se está viendo de frente o
de lado, que hace pequeño al titular que procesiona en lo alto, o que deja ese
regusto a que le sobran unos centímetros de más por algún sitio.
El trono es un conjunto, en él
cada uno de sus componentes se integra en una unidad (como las partes del
cuerpo) y se compensan unos componentes con otros, cada cuerpo y cada trono
tiene su constitución y ésta debe tenerse en cuenta en la dieta. No es lo mismo
disponer en las esquinas de cuatro arbotantes como los de la Esperanza que tenerlos
entre las barras de palio o no tenerlos. No puede tener la misma altura (y por
ello anchura) un cajillo con grandes volúmenes como el de Dolores Coronada que
uno de paños lisos apenas cincelado.
En resumen, variedad de frutas y verduras, lo que permitirá mantener el
tipo a cada trono, según su personalidad y según su constitución ósea
primigenia. El Dr. insiste: no se es más
malagueño por ser más ancho, ahí está Servitas, manteniendo el tipo del malagueñismo desde hace siglos sin engordar un gramo.
3ª.- La ingesta excesiva de proteínas (carnes, pescado, huevos, leche…) es una de las principales causas de nuestro sobrepeso. Las proteínas aumentan la masa muscular por lo que los tronos prolongan varales, a lo largo y a lo ancho. Podríamos llamar este fenómeno vigorexia cofrade: una visión deformada de la realidad que no se percata que se llevan portadores de más. Así ya llaman poderosamente la atención tronos como los de las Penas o Esperanza, bien llevados y con tan proporcionada masa muscular. Los que sufren estos trastornos alimentarios ven la realidad a través de una lente deformada, no como realmente es.
A fin de dar rienda suelta a tanto músculo, son frecuentes los tronos que no parecen tales, sino tronos dispuestos sobre una mesa a fin de permitir pasar de 6 a la mágica cifra de 8, hasta que alguien se atreva a pasar el rubicón de los 10 con cualquier excusa.
Más dramáticos, por lo irreparable, son los casos en los que con el único fin de meter varales se ensancha el trono, introduciendo dos o tres capillas igual que se hacen agujeros al cinturón, poniéndose con ello fin al diseño original, pues un trono que pierde sus medidas pierde la esencia misma del diseño. Los tronos no son ábacos a los que se le suman alambres, cabezas y euros.
Insiste el Dr. Coll que los tronos no se llevan con
exceso de proteínas, sino con exceso de corazón y éste late con una dieta malagueña
mediterránea equilibrada, que ingiere proteínas en su justa medida. No hay que
estar orgulloso de llevar muchos hombres de trono, sino pocos y concienciados
con su deber.
4ª.- Grasas y azúcares deben consumirse lo mínimo indispensable. Si las cofradías tienen claros sus planteamientos (ya fueren estos salir del templo, hacer estación de penitencia en la catedral, llevar a cabo largos recorridos o callejear por su barrio o por calles emblemáticas del centro) deben evitarse todos los excesos de grasas y golosinas que puedan dar al traste con dichos planteamientos. Estos sacrificios en la dieta proporcionan en realidad grandes satisfacciones, tanto a la hermandad como a los devotos. Son las ventajas de estar en forma, de cuerpo y de mente. El sobrepeso puede privar a una hermandad de su personalidad, desvinculándola de su entorno, de sus raíces, de su barrio, de sus
calles Carril. Debemos ser inflexibles con la báscula, pues no sólo pesamos kilos, también emociones.
Las procesiones no son tronos, son caminos y a ellos deben ajustarse las dimensiones.