Otro año más. Ya estoy aquí fiel a mi cita, listo para
que me cuelguen, en cualesquiera de sus acepciones.
Después de tantos años ya nada me
pilla de sorpresa. Si no gusto mi paso será fugaz, alguna publicación, paradas
de autobús y rápidamente al altillo del friki coleccionista. Por el contrario,
si soy del agrado cofrade, inundaré temporalmente tiendas, bares y peluquerías
y con un poco de suerte me mantendrán vivo todo el año, aunque agonice descolorido
en los escaparates manchado de cacas de mosca o de escamas de pescado en el
puesto del mercado. ¿Para qué nos vamos a engañar? Para bien o para mal me paso
pronto de moda, soy flor reciclable de un día, mejor dicho, de cuarenta días. Eso
sí, siempre contaré al menos con un marco decente pendiendo del muro de la casa
hermandad de la cofradía afortunada, porque lo de Alberca, Mingorance y Picasso
fue excepcional.
Hace tiempo que perdí valor como cartel,
no soy más que otra obra pictórica a sumar a la conservadora colección privada
de la Agrupación
de Cofradías. Lejos quedan ya las tintas planas y aquellos atrevidos colores de
mi juventud. Yo no me siento tan viejo, son los gustos cofrades los que me
tienen avejentado, pero me debo a ellos, lo asumo resignado, soy su razón de
ser.
Afortunadamente conservo intacta
mi misión publicitaria, no ya como obra plástica sino como evento social. En
realidad soy un cartel más sonoro que visual y no sólo por lo de “el grito en la pared” sino porque
supongo un pistoletazo de salida, un aplauso (más o menos espontáneo) en el Salón
kitsch de los Espejos, seguido de una animada conversación capillita con un eco
que se va apagando poco a poco en Internet. Lo reconozco, a veces mi sonido es
el de un petardo. En resumen, soy un cartel que suena. Ya ni tan siquiera
preciso de papel, circulo clónico por las redes sociales y acabo en una
subcarpeta entre el de Orihuela y el de Alcalá de Henares.
Si a alguien desilusiono que no
se preocupe ¡Si ni yo me gusto a mí mismo la mayoría de las veces! ¿Qué más da
si soy elitista o popular, mediocre o poco cofrade, si conmigo empieza lo bueno?
Mañana me presento en sociedad, vuelvo a casa tras Navidad. Si por motivos
técnicos ajenos a mi voluntad estuviera afónico y no pudiera yo gritar mi
mensaje en la pared, gritadlo fuerte vosotros en mi nombre: ¡La Semana Santa del 2013 ya está aquí!
¡Qué sinceridad la del cartel! Se puede gritar más alto pero no más claro.
ResponderEliminarNo sé qué decirte, si el que grita el último grita mejor, o si el que grita primero grita dos veces.
Eliminar¡Suerte al grito sevillano!
Los de las tertulias cofrades sevillanas ficticias no me preocupan.