viernes, 20 de febrero de 2015

CUARENTA CENTÍMETROS DE SEPARACIÓN


Espíritu de contradicción. Ahora que Os tengo cerca prefiero mantener las distancias. Desde la primera fila me escabullo para pensar desde lejos, rezar desde abajo. Mi aproximación requiere paradójicamente de centímetros de separación, cuarenta estarían bien. Yo aquí y Vosotros allí, que corra por medio el aire bendito. Mantengámonos a una distancia prudencial, que la marquen a Vuestro paso con cinta plástica de color chillón seres alados de uniforme, deslindando una frontera a lo alto que no deberé traspasar hasta el momento de la verdad, previo paso por la aduana, si Vosotros queréis, claro está.

          Preciso de esos centímetros de devoción reverencial, la distancia de los ojos del niño que para encontrarse con los Vuestros tiene que subirse al bordillo, ponerse de puntillas, girar el cuello. Esa forma de mirar que consigue ver al Sepulcro en el interior de Su catafalco cuando no se alcanza a verlo sobre la altura de la fría losa.

          Quiero peanas, preciosos-precisos centímetros de separación que Os distancien de mí y de este mundo. Objetos que Os sirvan de cielo de campaña, de gloria ambulante, para que no tengáis nunca que volver a pisar la tierra de podredumbre noticiable que yo piso y de la que me alimento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario