jueves, 4 de abril de 2013

BALANCE ANÓNIMO


Llevo mucho tiempo meditando, bueno, mucho tiempo en Pascua son tres días, sobre lo oportuno de que un seudónimo como yo haga balance de la Semana Santa. Ni lo bueno ni lo malo que dijera tendría valor: lo bueno por presunta parcialidad, lo malo por la cobardía del anonimato.

            Pero de alguna manera tendrá Puentiferario que concluir un ciclo y empezar otro, si es que lo empieza. En éstas me vino la iluminación pascual. Un cofrade anónimo sólo puede hacer conclusiones anónimas. Diré el pecado pero no el pecador, diré la virtud pero no el virtuoso.

Estas son mis varas de medir la pasada Semana Santa, los criterios que me han permitido enjuiciar lo bueno y lo malo, lo que me ha gustado y lo que no:

1) Las mejores hermandades este año han sido aquellas que han antepuesto a cualquier otra cosa el culto público a Jesús y María, las que han conseguido que todo gire en torno al misterio cristiano a representar, las que han dado en todo momento y lugar prueba de fe. Algunos pensaran: eso lo han hecho todas, pero otros no, otros me prejuzgarán místico (“autoflagelante” según la nueva y ofensiva terminología periodísticamente acuñada) a estos últimos les digo que sus cofradías no me han gustado nada, para mí habéis fracasado chavales. No os puedo obligar a tener fe, ni muchísimo menos, pero sí a aparentarlo, estáis obligados a ello por estatutos, tenéis que hacer protestación pública de fe por quienes sí la tienen y os contemplan y por todos aquellos que pueden ganarla por vuestra intermediación. No le llamo a esto ser hipócrita sino consecuente con el deber voluntariamente aceptado de ser cofrade, más hipócrita sería lo contrario.

2) Maravilloso fue el desfile de las cofradías con buenos cortejos nazarenos. ¡Cómo disfruté del espectáculo de largas filas de nazarenos hechos y derechos, o de niños y jóvenes que llevarán su túnica mientras Dios les de fuerzas, con los intervalos vitales que sean precisos. Grandes son estas cofradías, grandes de verdad. Aquí no importan los dineros, ni los siglos, ni los figurones. ¡Lástima todas esas antiguas cofradías tronocentristas! ¡Cuántas generaciones de nazarenos perdidas por infravalorar su papel, por considerarlos figurantes de segunda, cuerpos de relleno!

3) Estupendo ha sido el procesionar de las cofradías que han cuidado los detalles, con esto no me refiero a las que han tenido “detallazos”. A los detalles que me refiero son a los que no se improvisan o se imitan. Los detalles cofrades que me han gustado son los que se sopesan, se cuestionan, se valoran, se maduran durante todo un año, o muchos más, y se deciden conforme el espíritu de cada hermandad. A más detalles más mimo, más preocupación, más cultura, más evolución. Enhorabuena hermandades detallistas ya sabéis que las demás os critican pero que os acabarán copiando.

4) He pasado grandes momentos viendo andar a los tronos. Valoro sobremanera el andar de la vieja escuela, ese andar sobre hombros de algodón, suavecito, consciente de que muchos pies conforman un único cadencioso paso. He de reconocer que, como contraposición, también he disfrutado de los acompasamientos con la música, pero no de todos, sólo de aquellos que avanzaban de forma natural a costa de ensayo, esfuerzo y trabajo.

5) Enhorabuena a las cofradías discretas, sin presidencias, sin gritos, sin protagonismos, contenidas en lo individual pero ostentosamente orgullosas del grupo que conforman. Esa humildad explota en la calle en una grandeza inabarcable.

Los miembros de las bandas sí deben ir a cara descubierta porque no hay abnegación, ni esfuerzo cofrade mayor que el suyo. Gracias músicos por los buenos ratos que me habéis hecho pasar, excepto a los de la Banda Municipal. Sí, rompo aquí el voto del anonimato de mi crónica pues no se dignan a acompañar al Señor malagueño muerto desde y hasta su Sepulcro, aún a sabiendas que ha de resucitar en la ciudad que les paga el sueldo. Espero que empleen ese rato en cosas provechosas.

6) ¡Qué disfrute viendo cofradías con buen gusto! Éste es el apartado más peliagudo, pues esto del buen gusto trae tela, y para gustos los colores de algunas. En las procesiones no basta la buena voluntad y el amor a los titulares, estos dos factores pueden dar lugar a horrendas puestas en escena. Por favor, hermandades que intuís que no tenéis buen gusto, daos por aludidas sin que os lo diga, comprended que no es fácil decir que la Virgen va de juzgado de guardia, que ese trono no hay por donde cogerlo, que el palio no es digno de salir en la capital. Demostrad que queréis a vuestros titulares, dejaos asesorar. Otra cosa no sé pero siempre habrá un cofrade preparado que os eche una mano. Algunas cosas no cuestan dinero y para las que cuestan tenéis todo el tiempo del mundo. A los cofrades nos gusta la ilusión de la espera más que las equivocaciones de la precipitación.

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