sábado, 13 de diciembre de 2014

COMIDA DE EMPRESA

La Mundial, abierta extraordinariamente por gentileza de sus agradecidos propietarios, que han demolido las puertas tabicadas como antaño sucediera en la iglesia de San Lázaro, luce sus mejores galas apenas iluminada, está a dos velas pero tienen éstas el encanto del que carecen las luces de Larios, pues se pagan con lo que se tiene y no con lo que se adeuda. Unos pocos pascueros de los que planta el ayuntamiento en las medianas para la rapiña ciudadana completan la decoración.

El alcalde, siempre implicado con las cofradías, con las peñas, con todo, preside la navideña comida de trabajo. Su mesa está próxima a una ventana con vistas privilegiadas, a través de la celosía de una red de obra plástica verde se observa el Pasillo de Atocha, la calle vendida por 30 monedas para rellenar tal vez el agujero de algún museo. Todos allí saben que la cultura sólo vale por lo que cuesta. El alcalde levanta su copa, brinda por una escultura propiedad del consistorio que es copatrón de la ciudad y viaja en furgoneta y por la rentabilidad económica de la Semana Santa, poniendo de ejemplo algo sobre los datos de ocupación hotelera en la pasada extraordinaria del Cautivo. De los solares de la Trinidad no habla. Los concejales se suman al brindis, interrumpiendo el desempeño de sus funciones públicas con el móvil. El alcalde recuerda todos los solares que ha cedido temporalmente para que las cofradías puedan hipotecarse definitivamente y concluye con un jocoso: “¡No se os vaya a olvidar lo de las carrozas de la cabalgata!”

Tras los brindis el obispo, hasta aquel momento enfrascado en una sesuda conversación sobre los peligros cofrades del adulterio, toma la palabra para organizar el tradicional amigo invisible. Este año habrá novedades, será el canon sorpresa del 5% de la recaudación por cada hermandad, lo que llena a los presentes de un jubiloso espíritu navideño. Durante los postres se departe sobre el rumbo que debe tomar el recorrido oficial, si de Norte a Sur, si de Este a Oeste (nunca de abajo a arriba porque se trata de colocar sillas).

El ambiente es distendido, entre copas todos bromean con camaradería sobre quién tiene más varales o los tiene más largos, sobre cofradías últimas y primeras, sobre hermandades de aquí o de allí… Puentiferario mira algo triste desde la ventana una excursión de escolares que seguro no vienen del museo de San Julián, aunque después levanta el ánimo, se ilusiona recordando los elegidos este año como cartelista y pregonero.

San José, esperancista hombre de trono, 
lava pañales en "La adoración de los magos" de El Bosco

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